sábado, 9 de enero de 2016

La mirada de La Señora

Mi torre



Campanario de Vega con su cigüeña


   En esta vida todo el mundo tiene su estampa favorita. Y ésta es la mía. No podría tener otra mejor. Cuando desde Cultural Vega pidieron que hiciéramos alguna aportación al reportaje sobre los 1.000 años del pueblo, pensé que no podía buscar mejores palabras que las dirigidas a la Torre de Vega de Villalobos, la Iglesia que me da la bienvenida y me despide desde la carretera y que me acompaña todo el camino en la retina cada vez que voy y vengo del pueblo.

   El documento más antiguo sobre ella data de 1.727, según comentan desde Cultural Vega, que hizo un espectacular trabajo este pasado verano de 2015 recogiendo la vida de este pequeño tesoro que tenemos y que nos mostraron en la Semana Cultural. Pero para mí, tenga la antigüedad que tenga, la torre es y será inmortal... 

   Aquí va el micro-micro-relato sobre su estampa que hice para la ocasión y que titulé 'La mirada de la Señora'. Entonces lo firmé con un pseudónimo que ahora descubro... A veces el pudor no es buen compañero de viaje.




   "Ella tenía la firme convicción de que uno no es ni de donde nace ni de donde pace. La 'Señora' así se lo hacía saber cada año cuando, al girar la curva del Teso de las Eras, después de 600 kilómetros recorridos le susurraba con su voz de piedra: descansa, ya estás en casa..."

Campanario de Vega de Villalobos por la noche

   Y en medio de las tierras, ya trabajadas o aún verde esperanza, la torre, con su cigüeña en lo alto, le hacía descansar entre los adobes de un pueblo que suma 1.000 años ya..."
Al despedirse, siempre evitaba mirar hacia atrás, porque prefería la imagen de la llegada a la huida de la partida y porque en su fuero interno temía el día en que no pudiera volver..."


BRUNETA 2015 (En honor a mi abuela que llevaba con orgullo ese mote, aunque adaptado en diminutivo y valenciano)

Torre de Vega de Villalobos
   Aquí dejo otras imágenes de la torre:


                                             
                                                                   Primer plano de las cigüeñas

Primer plano de la Torre de Vega de Villalobos, iluminada por la luz del sol

La torre de la Iglesia de Vega de Villalobos preside el municipio

Torre de Vega de Villalobos, donde de pequeños, quienes aguantaban y se atrevían, tocaban las campanas en el día grande de la fiesta, Los Santicos

Cuando se podía subir al campanario, de jovencitos

 ¡¡¡¡¡HASTA PRONTO!!!

                             








3 comentarios:

  1. Me parece un post súper tierno y lleno de complicidad! Precioso campanario y precioso micro-relato (no los escondas más). Un saludo!

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  2. La torre y sus campanas regía nuestras vidas, desde que nos bautizábamos (había toque de bautizo), hasta que moríamos. Y en medio toda nuestra vida de afanes, tristezas y alegrías. En las fiestas (Los Santicos y San Román) se tocaba campana a vuelo. Si los campaneros eran fuertes y bien coordinados se lograba "perder el vuelo". Sólo bastaba colocarse dos abajo (mejor un zurdo y un diestro) y otro encaramado a media altura, sentado en un soporte que sujetaba la barandilla. A medida que la campana adquiría velocidad, el redoble disminuía, después había un solo toque en vez de dos por vuelta de campana y si el volteo era tan rápido que la fuerza centrífuga era mayor que la de la gravedad, el badajo dejaba de tocar. Entonces la gente en la procesión volvía la cabeza hacia el campanario para identificar y admirar a los mozos que habían conseguido "perder el vuelo".

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  3. Yo creo que todos los del pueblo, independientemente de la religión, tenemos como símbolo de Vega el campanario, es y ha sido y será nuestra referencia, desde el campo se ve desde casi todos los puntos del término y ¡más allá!
    Me comentaban un día que antiguamente los campesinos, sólo con mirar la espadaña ya sabían la hora que era, por su orientación, así poder almorzar o regresar a casa según procediera. Por cierto, se contaba una anécdota relacionada con torre, dicen que un día, hace muchos, pero que muchos años, estaba un lugareño tocando las campanas al vuelo en la torre de Vega, cuando ocurrió que en una de las vueltas de la campana mayor se le enganchó el reloj de pulsera que llevaba, y la mala suerte fue que se lo arrancó de la muñeca y se lo lanzó "vaya usted a saber donde"; pasados varios años se dio la circunstancia que estaba arando en una parcela de su propiedad y tubo la grandísima suerte que allí estaba el reloj , pero, no queda ahí la anécdota, sino que también funcionaba perfectamente y con la hora que le correspondía. Esto nunca se achacó a ningún milagro (que podía haber sido), sino a un transcurrir de la vida cotidiana de un lugareño y a su imaginación.
    Bueno, no me voy a liar demasiado, que esto no es lo mío, lo cierto es que me ha gustado mucho tú relato, en mi caso cada vez que miro la torre lo que más me gusta es lo que se ve desde ella, los atardeceres preciosos de verano, el pueblo y sus casas a sus pies, el inmenso paisaje que se divisa, el estar tan cerca del cielo.

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