sábado, 27 de febrero de 2016

Navarra, tras Hemingway, Dolores Redondo y brujas

Tres días de Pamplona a Elizondo

Museo de las Brujas, Zugarramurdi
Detalle en el Museo de las Brujas
Tres días, bien utilizados, dan para mucho, aunque parezcan pocos. Especialmente si se va a un lugar con las ideas claras. Y en el caso de Navarra la fijación era ir a Pamplona, Elizondo y acercarnos hasta la selva de Irati, parafraseando a los toros, tiempo mediante, que en enero nunca se sabe. Y sí, a la búsqueda del halo de misterio que deja la lectura sobre belagiles o el basajuan de Dolores Redondo, pero también con la esperanza de que no se dejaran ver demasiado. Por si acaso...



JUEVES: VALENCIA-PAMPLONA

Salimos a medio día de Valencia para llegar a Navarra a última hora de la tarde. El alojamiento, en los apartamentos Aloha, en plena Plaza del Castillo, casi sobre el famoso Café Iruña. Ubicación perfecta, dúplex amplio, súper limpio y con todas las comodidades, pero si lo vais a mirar aseguraos bien de no tener problemas porque tienen otros pisos en la calle Sangüesa y no está muy bien explicada la diferencia vía Booking, la verdad. Nos costaron tres noches 275 euros.

Imagen de la Plaza del Castillo, en Pamplona desde el comedor del dúplex
El chico de la recepción fue amabilísimo y nos explicó con pelos y señales dónde ir de pinchos y qué pedir en cada sitio. Un encanto. Así que inmediatamente le hicimos caso y tras dejar las maletas nos pusimos a ello: Pamplona es el PARAÍSO de las tapitas, y a muy buen precio, todas en las calles céntricas de Estafeta y alrededores y San Nicolás. Es como hacer el recorrido del Encierro, pero gastronómico.

De ahí, un pequeño recorrido por los puntos del Encierro de los Sanfermines, zona que está ciertamente muy animada por la noche. Se trata de 850 metros perfectamente guiados que salen de los corrales de Santo Domingo y llegan hasta la Plaza de Toros, que ponen la piel de gallina solamente con pensar en cómo debe ser el momento de la carrera con los astados, la gente, los nervios, la estrechez de las calles, el ligero ascenso, la velocidad, el riesgo y la emoción....

Cartel en la Plaza de Toros de Pamplona
En algunos puntos como en la Plaza del Ayuntamiento hay partes del vallado de madera, donde te puedes sacar una foto de lo más cerca que, en nuestro caso, vamos a estar de esa carrera nunca. 


Barrera en la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona



VIERNES: ZUGARRAMURDI-ELIZONDO-CASCADA XOXORRÍN

A una hora y cuarto de Pamplona esté el pequeño municipio de Zugarramurdi y su famosa Cueva y el Museo de las Brujas. La zona del 'Akelarre' se trata de un complejo cárstico superficial, tocando el casco urbano y en un paraje maravilloso. Merece la pena recrearse en el paisaje, disfrutar de las vistas y conducir la imaginación hasta el momento en que en el siglo XVII las celebraciones paganas llevaron a muchos de sus vecinos a la hoguera o a fallecer en manos de la Inquisición. La entrada a la cueva cuesta cuatro euros los adultos y dos los niños y descuentan un euro en el Museo, que vale 3,5. Bien pagado.



Paraje de las Cuevas de Zugarramurdi


El río que rodea las Cuevas de Zugarramurdi


Cueva donde debían practicarse Akelarres, rituales sagrados que representaban las entrañas de la Madre Tierra o Amar Lur

Y después el museo, que ayuda a introducirte en en el ambiente de terror, de tiniebla que tuvo que invadir a aquellas gentes --ligadas a la tierra, las costumbres y el mundo mágico pagano-- en una cruzada religiosa incomprensible que llevó a denunciarse unos a otros --hasta 53 arrestados de todas las edades-- en una espiral de sospecha irrespirable. Este vídeo al inicio del recorrido da una idea de lo que espera:



Columna con nombres de los considerados brujos. El menor de todo el proceso, de siete años


Además de video documentales sobre todos los hechos, hay recreaciones de cocinas antiguas donde se preparaban "brebajes" --manzanilla para el dolor de tripa, ¿por ejemplo?--; ropajes de la inquisición e instrumentos de castigo.

Museo de las Brujas en Zurragamurdi

Dejamos el Museo un poco sobrecogidos y nos desplazamos a Elizondo, escenario de la estupenda Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, que describe tan maravillosamente bien el paisaje, las leyendas y la magia y el misterio que desprende el valle y que ya había vivido de pequeña en una estancia de campamento. 

   Para ese día no había ruta literaria programada (vaya lástima) por los lugares de la novela, y es una auténtica pena porque debe ser una gozada que te expliquen con detalle todos los puntos más destacados donde se desenvuelve la trama. 

   Así que la hicimos por nuestra cuenta: comimos en el Restaurante Santxotena, donde la inspectora Amaia Salazar y su marido cenan en alguna ocasión, que cuenta con una cocina abierta y un estupendo y muy económico menú; tocamos la piedra bota-arri junto al Ayuntamiento, como hacía la investigadora; nos maravillamos con la presa del Txokoto, uno de los lugares más bonitos de la localidad --con casas solarigas de impresión-- y nos detuvimos ante la casa de la tía Engrasi.... 

Tocar la piedra bota-arri

Vistas desde el restaurante Santxotena

Casco urbano de Elizondo

La presa, con toda su belleza

La casa de la tía Engrasi, refugio de la inspectora Amaia Salazar, en la calle Braulio Iriarte
Y ya ni nos detuvimos a intentar probar, por falta de tiempo, el famoso dulce txantxigorri, elaborado en los libros en la Mantequería Salazar, y un núcleo de la trama. En cambio nos acercamos hasta Erratzu, donde dejamos el coche para ir andando, unos tres kilómetros, hasta la cascada Xorroxín, por un paraje también mágico y donde pensaba que saldría La Mari o alguna lamia...



Entre Erratzu y Gorostapolo

Erratzu

Cascada Xorroxín
El día acabó de nuevo en Pamplona, para dar otra merecida vuelta por el centro de la ciudad, donde muchos rincones respiran en honor a San Fermín.

Parque de La Taconera con el pequeño zoológico en el foso

Hornacina de San Fermín al que los mozos piden protección antes del encierro

Monumento al encierro, en la Avenida Roncesvalles

Y por su puesto, Hemingway, enamorado de Pamplona y su fiesta, que se alojaba en el Hotel la Perla, en la Plaza del castillo, con una placa que así lo recuerda, y donde tiene una estatua en el Café Iruña, uno de sus favoritos. Es imprescindible sentarse en una de sus mesas y tomarse cualquier cosa, porque además está muy bien de precio, es una institución y un resumen de la historia de Pamplona.
Estatua de Hemingway en el Iruña


SÁBADO: HACIA LA SELVA DE IRATI. OCHAGAVÍA

Aunque el propósito era llegar a Irati, nos quedamos en Ochagavía,en el valle de Salazar, a una hora de Pamplona, ya que desde ahí no hay plan de viabilidad de carreteras en invierno y cortan los accesos por precaución. Al parecer, también en este  municipio hubo en el siglo XVI procesos de fe a brujas, según atestigua un letrero a la entrada de la ermita de Muskilda. Nos perseguían..

Es indiferente habernos quedado allí porque todos los lugareños a los que preguntamos nos indicaron que eran un paraje igual o mejor al de la selva y se dice que el pueblo quizá más bonito del Pirineo navarro. Hicimos un recorrido de tres horas largas alrededor de la localidad hasta la ermita, agotador pero estupendo. Recomendable cien por cien por todas las vistas, con las montañas nevadas al fondo. Para comer, Hotel Rural Auñamendi. No nos equivocamos.


Bosque en Ochagavía

Panorámica desde la parte alta de Ochagavía

Río Anduña que atraviesa Ochagavía
DOMINGO: CASTILLO DE JAVIER-OLITE-VALENCIA

Para rematar el viaje no queríamos irnos sin visitar el Castillo de Javier, cerca de Sangüesa y donde también de pequeña había ido a varias de  las peregrinaciones conocidas como 'Javieradas'. Al castillo no había entrado nunca y tenía un vago recuerdo del entorno, así que me encantó reencontrarme después de 30 años con él. La entrada es muy económica, 2,75 euros.

Castillo de Javier, con la J de la Javierada
                                                  
                                                   

De castillo en castillo y tiro porque me toca, desembarcamos en el de Olite, otra auténtica maravilla que se divide entre el Palacio Nuevo, que es la visitable; las ruinas de San Jorge, que se ven desde el anterior y el Palacio Viejo, que es el parador de Turismo. Si bien todo el conjunto es maravilloso, me quedo con la Galería del Rey de la de la Reina, que nos cautivaron. Entradas, 4,90 euros adulto.

Acceso al castillo


Subida a una de las torres

Galeria del Rey

Galería de la Reina


GASTRONOMÍA


Y como una parte bien importante de viajar es la gastronomía, aquí dejo ejemplos de lo que probamos estos días: en El Gaucho, erizos de mar, foie o anguila ahumada; en la Cocina de Álex Múgica, una estrella Michelin y en el Hotel La Perla, el pincho de huevo trufado o los raviolis de txangurro; la Hostería del Temple, en la calle Curia, más tradicional con preparación al momento, las croquetas de jamón o los moscovitas; La Mandarra de La Ramos, tostas de todo tipo. Y otros bares a nuestra elección: Fiteqo, Bodegón Sarriá, La Chistera o el propio Café Iruña...  Una delicia gustativa para repetir, repetir y deleitarte con los ojos también!

Huevos trufados en Álex Mugica

Raviolis de Txangurro

Foie en El Gaucho, el pincho más caro a 3,2 euros
Erizo de mar en el Gaucho

Con todo esto... Estoy deseando volver, para ir a las Bardenas reales, a la Foz de Arbaiun o la de Lumbier y a Irati en otoño... No dejo de pensarlo....




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